4.4. Pensar visualmente
4.4.3. Ilustración
La palabra ilustración (illustrare) está relacionada con la palabra luz. El diccionario dice que ilustrar es dar luz al entendimiento. De ahí que se diga que una ilustración sirve para iluminar un concepto.
En el pasado, las ilustraciones se utilizaban como meras decoraciones, pero la función más importante de este medio expresivo es interpretar o explicar visualmente un texto, un proceso o un concepto.
La ilustración del siglo XX mantuvo una estrecha relación con la industria editorial y con el mundo de la publicidad. De esa manera, las tareas habituales de un ilustrador profesional del siglo pasado consistían en ilustrar pósters, trípticos, revistas, libros, material educativo (manuales, libros de texto, etc.). Los cambios de hábitos de los consumidores –que han abandonado en gran medida el papel impreso para centrarse en los formatos digitales–, una cierta preferencia del mundo publicitario por el uso de fotografías y la proliferación de las casas de imágenes de stock que ofrecen clipart a precios irrisorios, han hecho que el de la ilustración cambie sus viejas funciones por otras. Hoy en día, la ilustración ha encontrado nuevos formatos en la industria multimedia, en los videojuegos, en el mundo del cine, la televisión y la animación. Asimismo, y en contraposición a la proliferación de la ilustración más digitalizada, también se han revalorizado los trabajos manuales, analógicos y de factura más artesanal.
Paula Tavares, Marta Madureira y Pedro Teixeira indican que la definición del medio ha cambiado a lo largo de los años, en parte por su ambivalencia: es una disciplina artística que opera entre el arte plástico y el diseño gráfico. Como hemos mencionado, para estos investigadores, después de su vinculación inicial con la imprenta, la ilustración comenzó a ser definida como un campo autónomo, sobre todo con la proliferación de movimientos artísticos como el Art Nouveau y Arts and Crafts (Tavares y otros, 2010, pág. 3).
Una de las características principales de este medio es su relación con el relato. La ilustración en general tiene un componente narrativo. Pero, a diferencia del cómic, que utiliza imágenes en secuencia, la ilustración condensa la historia en una única imagen. Con esto no nos referimos únicamente a lo que podría ser la portada de un libro, sino a las imágenes que componen un álbum ilustrado o un cuento infantil, o incluso la carátula de un disco.
Zeegen aporta un punto de vista similar. Para él las imágenes ilustradas capturan la imaginación y ligan momentos de la historia personal con el momento presente (Zeegen, 2005, pág. 12). Y es cierto que la ilustración tiene un lugar privilegiado en la formación de la cultura; pensemos en que uno de los primeros medios artísticos a los que tenemos acceso son los libros infantiles y toda la gráfica que rodea el mundo de los niños (por ejemplo, en ropa y juguetes). Más adelante, asociaremos la ilustración con la imagen de bandas de música, con camisetas que nos identifican, etc.
Para Heller y Arisman, el trabajo del ilustrador es el de producir imágenes fuertes y efectivas; por eso recomiendan que los artistas que se quieran dedicar a este campo descubran su visión personal y encuentren nuevos espacios para el trabajo que produzcan (2004, pág. 50; la cursiva es mía). De hecho, el tema de encontrar «la propia voz» es crucial en la ilustración contemporánea en la que se habla de ilustración «autorial» (véase Shaughessy, 2011, y Braund, 2012).