Introducción
A la hora de crear una performance es muy importante pensar el sentido y enfoque que se le quiere dar, es decir, cuál es su motor, finalidad, y en qué contexto se pretende llevar a cabo. Estas coordenadas, junto al tema y enfoque de la acción, nos pueden ayudar a pensar el tipo de registro que tendrá la performance, es decir, si es una acción de denuncia pensada para ser realizada en el espacio público, o si, aun siendo de denuncia ha sido ideada con un carácter más intimista y autobiográfico, o si tiene un registro en clave de humor y parodia, etc.
¿Qué es?
Aunque hay infinidad de registros, con sus matices y combinaciones, aquí apuntamos siete de los registros más comunes en el arte de acción: de celebración, de resistencia, de cuidados, de participación, de parodia, de denuncia y de ofrenda.
Ejemplos
Ada Vilaró, Público presente 24 horas (2016)
Esta es una acción que nace de la voluntad de recuperar las calles y el espacio público como un ágora que genera comunidad. Para ello, Ada Vilaró recupera algunos de los pilares básicos de la performance, como son el cuerpo, el silencio y la presencia, e invita al público a estar presente, hacerle compañía sentándose en unas sillas y comunicarse mediante el silencio mediante unas pizarras en las que libremente pueden escribir y pedir lo que deseen. Las sillas remiten al espacio privado confortable del hogar y las pizarras como un canal para dar voz y transformar la plaza en un espacio que diluye las fronteras entre público y privado.
La acción dura 24 horas en las que Vilaró pide al público lo que necesita en cada momento mediante las pizarras: agua, comida, ir al baño y que alguien la sustituya.
Entrevista a Ada sobre el proyecto y el registro de la acción que realizó en el Festival Sismògraf de Olot en 2016.
Melati Suryodarmo, Exergie-Butter dance (2010)
Melati Suryodarmo nació en 1969 en Surakarta, Indonesia. Estudió Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas en Bandung, Indonesia, antes de ingresar en la Universidad de Artes Braunschweig, donde estudió butoh y coreografía con Anzu Furukawa, y conceptos de performance con Marina Abramovic. Precisamente la idea para esta performance surgió de una tarea que encomendó Abramovic a sus estudiantes y que era crear una pieza usando solo diez dólares de presupuesto.
La exergía es una medida de la termodinámica que indica la disponibilidad de la energía. La idea es que parte de la energía de un sistema se puede aprovechar para realizar trabajo mecánico, eléctrico o de otro tipo. En esta acción, Melati parte de este concepto y lo asocia con la mantequilla como elemento graso que, en contacto con el calor de su cuerpo y la fricción de sus pies mientras baila encima de veinte pastillas de mantequilla, produce una fusión y derretimiento que se transforma en energía. Durante la acción escuchamos tambores tribales de ceremonias indonesias que dan un ritmo y cadencia in crescendo con los que acompaña sus movimientos y baile.
Pero a medida que la mantequilla se deshace, Melati se resbala y se cae todo el tiempo, a lo que cada vez tiene que volverse a levantar y seguir hasta que va perdiendo energía por su cansancio y dolor por los golpes al caerse. Para esta acción se inspiró en la noción de «tiempo», especialmente en relación con los tiempos del cuerpo humano, a su tiempo biológico, psicológico y físico y a la incapacidad de controlar «las caídas», la decrepitud del cuerpo. A pesar de las caídas, lo importante es volverse a levantar de forma resiliente. Pero Melati es también consciente de que sus performances se mueven en un terreno ambiguo abierto a muchas interpretaciones según el contexto cultural de sus receptores, puesto que en ellas reflexiona sobre cuestiones políticas y ecológicas. Por ejemplo, la grasa de la mantequilla fundida por el cuerpo de Melati nos puede remitir también a la gordofobia en la sociedad occidental, obsesionada por tener un cuerpo ideal sin grasa corporal y en cómo las personas que sufren acoso se levantan a pesar de los golpes y las críticas (https://www.youtube.com/watch?v=V31Ifzao2TU).