Introducción al arte sonoro

Esta introducción pretende establecer toda una serie de coordenadas que nos permitan situar un conjunto de prácticas artísticas concretas en las cuales el sonido constituye la materia primera central. Sin embargo, la intención en estos materiales no es establecer una historiografía sobre el uso del sonido al mundo del arte; estos materiales tratan de proyectar luz a toda una serie de rincones de esta nebulosa del llamado arte sonoro. Luz que nos sirva como herramienta creativa, intelectual y reflexiva para articular una práctica artística en la cual el elemento sonoro o acústico tenga un espacio principal.

El arte sonoro sufre una compleja definición de sus límites, puesto que surge de la confluencia de diferentes escuelas, estilos y disciplinas del arte y la cultura; y cristaliza en un lugar indeterminado en el cual, dependiendo de cómo afrontamos el resultado de estas confluencias, se pueden hacer diferentes lecturas.

Es tal la plétora de caminos curriculares que se pueden recorrer hasta llegar al llamado arte sonoro, que resulta difícil definir una vía de acceso tradicional como las que puedan tener las disciplinas históricas del arte.

La contemporaneidad ha traído a la creación de esta nube informe, este paraguas que denominamos arte sonoro, un paraguas que recoge, por un lado, prácticas artísticas en las cuales el hecho sonoro es el objeto de reflexión, creación y producción artística y, por otro lado, prácticas artísticas en las cuales el discurso conceptual es uno, pero este se explica por medio del sonoro, la escucha o la acústica, principalmente.

1) En el primer supuesto encontramos las obras en las cuales, mediante el estudio o la reflexión fenomenológica de elementos sonoros o acústicos, uno desarrolla un lenguaje y un discurso conceptual; y, por lo tanto, un mensaje que reflexiona sobre la misma naturaleza del sonido, la acústica y su efecto en cualquier contexto de la vida. Ya que esta definición es muy generalista, podríamos acotarla diciendo que en esta rama de la creación se exploran discursos basados en la propia fascinación por aquello que tenga que ver con escuchar, sonar, reverberar, etc. A menudo este tipo de prácticas podrían a su vez englobarse en una tendencia natural del arte sonoro a permanecer en un constante estado de reivindicación. Los discursos que emanan de las obras parecen apelar o llamar la atención a este sentido olvidado, a este grande obviado, el sonido casi siempre a merced de lo visual o del lenguaje (en el caso de la música).

2) En el segundo supuesto encontramos toda una serie de prácticas artísticas ancladas en la posmodernidad que utilizan el sonido y sus capacidades para reforzar discursos que no necesariamente tienen que ver con la reflexión alrededor del sonido y su naturaleza, sino que más bien se sirven de su maleabilidad para construir relatos, reflexiones y discursos más o menos universales. En este conjunto de vías, el sonido se convierte en una herramienta al servicio de un mensaje o incluso en una excusa para forzar una mirada, una escucha o una toma de conciencia sobre determinadas cuestiones. Estas prácticas artísticas son tomadas en consideración por creadores que han asumido que la posmodernidad nos permite enfrentar nuestra práctica artística ante una plétora de técnicas, disciplinas y tecnologías muy amplia, en que el sonido es asumido como materia prima como la pintura, el barro o el celuloide; y el campo auditivo es el lienzo, la peana o la pantalla.

Para tratar de establecer estas coordenadas sobre las cuales se asienta el arte sonoro, los siguientes módulos oscilarán sobre una idea de conjunto y una manera de ordenar el proceso creativo muy concreta. Más allá de los usos y lenguajes del arte sonoro podemos identificar en el subtexto de esta asignatura tres elementos que articula la práctica artística sonora. Estos tres elementos o fases de un proceso de trabajo, en su conjunto, dibujan un recorrido que define los procesos creativos de esta disciplina del arte. A grandes rasgos esto puede suceder de tres maneras diferentes, que se dibujan en los siguientes módulos; maneras que, a su vez, se pueden diluir entre sí y de ninguna forma son inamovibles. Solamente se trata de tres sistemas de bastidas con los cuales ordenar un magma complejo, borroso, cambiante, lleno de derivaciones y nuevas posibilidades.

1) La primera fase del proceso creativo consiste en la generación directa de sonidos. Hablamos de generar sonidos naturales, generar sonidos sintéticos o recoger sonidos del mundo. Estas tres opciones ampliables a muchas más reducen y destilan una práctica artística que parte, precisamente, de los procesos reflexivos que se producen cuando generamos sonidos naturales o sintéticos o cuando escuchamos y registramos estos sonidos.

Es importante conservar esta idea fundamental porque si enfrentamos esta división con prácticamente cualquier producción artística sonora, veremos que uno de estos tres actos iniciales se encuentra siempre al principio del proceso creativo, ya sea como acto deliberado para la consecución de una idea o como mero laboratorio de experimentación, ensayo y error.

Estas tres maneras de hacer en la fase inicial de nuestro proceso creativo son las que exploraremos en los módulos sobre:

  • el objeto sonoro,
  • la síntesis del sonido,
  • el paisaje sonoro y la fonografía.

En estos módulos describiremos elementos reflexivos, técnicos y conceptuales que sitúen nuestra práctica en cada uno de estos tres contextos de generación física o sintética o de registro de los sonidos del mundo.

2) La segunda fase en la cual afrontaremos el proceso creativo es la que tiene que ver con qué hacer con el sonido que hemos generado de la manera que sea. En esta fase nos enfrentaremos a lenguajes y formatos concretos, a maneras de construir relatos y a subdisciplinas con sus propias reglas del juego. En esta fase veremos el lenguaje sonoro y cómo se articula y se fija en el tiempo; lo exploraremos en los módulos dedicados:

  • al lenguaje y a la composición sonora,
  • a la creación radiofónica.

En estos módulos se desarrollan técnicas, ideas y anotaciones sobre qué hacer con los sonidos que en la primera fase hemos generado de varias maneras. En esta fase del proceso desarrollaremos técnicas que nos permitan modelar el sonido, articularlo, combinarlo y descubrir formas y lenguajes que oscilen desde campos como por ejemplo la narrativa, el lenguaje musical o la experimentación sonora.

3) Una vez establecidos estos lenguajes, también articularemos los módulos en los cuales explorar lenguajes como por ejemplo el de la instalación, la performance y el uso de la voz o la creación radiofónica más allá de sus elementos canónicos.

En estos módulos se definirán parte de los formatos que cierran el círculo de este proceso creativo, esta tercera fase que tiene que ver con la idea de cómo presentamos nuestros sonidos, qué formas toman y qué lenguajes desplegamos para mostrar, difundir o presentar algo intangible como la materia sonora.

En este sentido, en el módulo dedicado al diseño de instalaciones sonoras y de manera transversal mediante todos los ejemplos prácticos de creadores y artistas, nos podremos hacer una idea de conjunto para entender que sin cierta presencia, ancla o recurso visual, a veces resulta complejo presentar nuestras obras sonoras.

Así pues, en definitiva y de manera subyacente, estos textos construirán un relato sobre determinadas maneras de articular, entender y construir una práctica artística fundamentada en el hecho sonoro o que haga uso de este. Además, el conjunto estará reforzado por los módulos teóricos, en los cuales exploraremos, desde una perspectiva histórica, determinadas progresiones y maneras de hacer. Estos módulos son los dedicados a:

  • la historia de la música experimental,
  • el arte sonoro, módulo en el cual hacemos una reflexión crítica en torno a la misma idea de arte sonoro,
  • la voz y la performance en la radio creativa.

Del mismo modo y en un lugar intermedio, el módulo de instalación sonora y creación radiofónica asentará –a través del estudio de casos específicos– prácticas concretas de una manera panorámica.

Como ya hemos ido desvelando a lo largo de este texto introductorio, el formato de estos materiales meramente corales responde de nuevo a esta idea inicial de entender el arte sonoro como un conjunto informe –no uniforme– de prácticas artísticas alrededor del hecho sonoro. Debido al carácter rizomatoso de esta práctica artística asentada en los límites de disciplinas tradicionales del arte, la música y la cultura, tenemos que enfrentarla de igual manera, sin un orden clásico ni una forma específica.

Se suele decir que de músicas experimentales hay muchas; en el caso del arte sonoro podemos anunciar que existen muchos artes sonoros y ninguno, que se trata de una corriente artística que navega en espacios limítrofes, que de facto ya podemos encontrar incrustado en fenómenos culturales mainstream y que se entiende más como un laboratorio que como una disciplina cerrada, asentada y con una estructura institucional que la legitime con rotundidad.

Precisamente esta falta de vías oficiales, esta carencia de cierta uniformidad o sentido único confieren al arte sonoro una aura de libertad creativa, de apertura de puntos de vista y de horizonte de posibilidades por donde vale la pena transitar, con una linterna, e ir descubriendo los espacios que ella misma esconde. El conjunto de estos materiales tiene que ser entendido bajo esta misma naturaleza, un magma variable y complejo de prácticas artísticas, lenguajes y técnicas que colisionan en un cajón de sastre, un paraguas o esta nube informo que entendemos por arte sonoro.

Eduard Comelles y Martí Ruiz i Carulla