Hablamos de poesía visual para referirnos a un tipo de producción artística de límites difusos que incluye palabras o textos capaces de vehicular significados mediante sus propiedades gráficas. En la poesía visual importa el texto escrito, pero también la proporción de las tipografías, el contorno de los párrafos, los espacios en blanco y la manera en que estos elementos se entrelazan para producir una experiencia más grande que la suma de las partes. Se trata de una práctica profundamente emparentada a los movimientos de arte postal, la poesía concreta y algunas corrientes provenientes de las prácticas conceptuales de los años setenta. Resultan también manifestaciones importantes aquellas que, utilizando únicamente elementos gráficos, construyen composiciones visualmente poéticas. Los primeros collages realizados por los cubistas, por ejemplo, reciclaban recortes de revistas, periódicos, cintas y otros elementos para realizar composiciones sugestivas que rompían la antigua homogeneidad de la representación. La eclosión del collage en el modernismo de comienzos de siglo xx tendrá consecuencias muy importantes en artistas posteriores, pioneros de la poesía visual, como Joan Brossa, Edgardo Antonio Vigo, Clemente Padín o Nancy Gewölb.
Los caligramas son también una de las manifestaciones más comunes de la poesía visual. Aunque fueron popularizados por poetas como Stéphane Mallarmé (1842-1898) y Guillaume Apollinaire (1880-1918) a comienzos del siglo pasado, el arte de hacer imágenes con bloques de palabras se remonta mucho tiempo atrás. Uno de los primeros ejemplos se encuentra en un deslumbrante manuscrito del siglo ix conocido como Aratea. Cada página de Aratea contiene un poema en la mitad inferior que describe una constelación astronómica. A partir de la forma de ese párrafo descriptivo aparece dibujada la constelación a la que el párrafo hace referencia, y todo el conjunto compone, a la vez, una figura animal. Los textos construyen entonces las imágenes y viceversa, de manera que ni las palabras ni los dibujos tendrían pleno sentido sin la presencia del otro para completar cada escena. Recientemente, el artista Eduardo Navarro realizó una operación poética parecida. En sus laboriosos dibujos incluía no ya pasajes poéticos sino textos canónicos enteros como la Biblia o el Corán, manuscritos ahora palabra por palabra, oración por oración, para darle forma a la figura de un elefante o una tortuga.
En décadas recientes se produjo una ramificación de la poesía concreta al mundo de las imágenes realizadas por ordenador. Internet propició la aceleración de una escena colectiva, anónima, de personas provenientes del arte postal que migraron a los lenguajes digitales. El ASCII art construyó con caracteres alfanuméricos galerías de imágenes que eran luego distribuidas por listas de correo electrónico. Glosó las primeras formas de poesía visual que circularon por la web, abrazando los imperativos de una época en la que Internet significaba aún un horizonte de promesas. El clásico logo de la FidoNet, por ejemplo, presenta un perro sosteniendo un enorme disquete en la boca, acompañado por un plato de comida con su nombre. Muchas composiciones presentaban versiones lúdicas de imágenes clásicas de la historia del arte, como La Gioconda o los frescos de la Capilla Sixtina. Estas antiguas composiciones pueden ser entendidas, en buena medida, como el más importante antecedente genealógico de los emoticonos.
En los bocetos y estudios previos a la creación de algunas de sus esculturas, el artista David Bestué esboza un conjunto de imágenes donde el encuentro entre materiales diversos implica también un colapso poético. Sus dibujos aventuran los materiales y el contenido semiótico con que cada pieza está rellena. Así, por ejemplo, en Vinyoli (2012) encontramos un rectángulo con la leyenda «meteorito», manteniéndose en equilibrio sobre una forma curva, que es, en realidad, una «barra doblada por poeta» y que a su vez está clavada en otro rectángulo más grande que funciona como base y que es nombrada como «tierra de cementerio». Otra obra de la misma serie consiste en un círculo prominente (denominado «grasa») que es interseccionado por un triángulo afilado («pegamento»); la obra se llama Penetración (2012). El dibujo en este caso prefigura el encuentro entre todos estos materiales, la forma que sugieren y el universo simbólico que los envuelve. En una entrevista reciente, Bestué afirmaba: «Mallarmé hablaba de la fisicidad de las palabras. Como un poeta elige las palabras, yo elijo los materiales. Mis esculturas funcionan como un aparato gramatical» (2015).
Referencias
Soler Serrano, Joaquin (1977). A fondo – Joan Brossa. RTVE.
Disponible en http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-manana/fondo-joan-brossa/3607433/
Consulta el 26/06/2019
Bestué, David (26 de octubre de 2015). David Bestué: «Un poeta elige palabras. Yo elijo materiales». El país. Suplemento Babelia.
Disponible en https://elpais.com/cultura/2015/10/21/babelia/1445426450_263592.html
Consulta el 22/06/2019