La noción de sujeto abarca una constelación compleja de elementos asociados a la voluntad, la conciencia, la identidad, la originalidad y la posibilidad de expresión personal. Un sujeto es una entidad singularizada, con un punto de vista sobre la realidad que puede relacionarse con el resto de entidades que existen por fuera de ella. Las visiones contemporáneas sobre la noción de sujeto (expresadas en la obra de Michel Foucault, Judith Butler o Giorgio Agamben, por ejemplo) ponen en cuestión las concepciones esencialistas según las cuales cada persona posee una esencia identitaria individual e íntegra. Por el contrario, proponen una noción de sujeto «no natural», sino efecto de discursos y prácticas, siempre relacional, parcial y mutable.
En el ámbito artístico la noción de sujeto nos acerca, indefectiblemente, a dos figuras históricamente muy debatidas: la figura del genio y la del autor. Hablamos de genio para referirnos a una formulación romántica hoy ampliamente cuestionada, utilizada para designar a varones caucásicos que mostraban aptitudes descollantes en algún ámbito intelectual o creativo. Suele asociarse a un imaginario según el cual los artistas no tienen ataduras sociales ni deudas con las generaciones previas y pueden poner en práctica formas de libertad personal absoluta. Aunque la noción en sí ha caído en desuso, la mitología que la envuelve se mantiene muchas veces vigente en las representaciones socialmente aceptadas. El prestigio asociado a la creación de obras de arte sigue acumulándose en torno a nombres propios, aun cuando la creatividad es siempre tributaria de redes en las cuales participan muchísimas personas que son luego olvidadas por la historia. Asumiendo que existiera, la autonomía artística se sostendría siempre sobre un tejido de dependencias mutuas. En este sentido, Kevin Kelly y Brian Eno han propuesto la noción de escenio para denominar situaciones colectivas que, siendo en sí mismas inteligentes, han propiciado durante la historia formas excepcionales de creatividad.
La figura del autor, por su parte, suele ser cíclicamente discutida por proyectos colectivos que buscan crear una identidad difusa, que no pueda ser capturada por el prisma de las biografías personales. El colectivo Guerrilla Girls, por ejemplo, viene operando exitosamente en el mundo del arte desde hace más de tres décadas de manera anónima, sin que haya trascendido nunca el nombre de sus integrantes. El colectivo Agustín Parejo School, activo durante los años ochenta en el Estado español, se sostuvo también en una nómina de artistas fluctuantes, sin rostro fijo, y donde la atribución de las ideas se diluía en un magma colectivo. En términos generales, la función de la autoría designa quién ejerce autoridad moral y económica sobre una idea, es decir, delimita los contornos de una idea para convertirla en un bien de intercambio. Criticando el rigor de estos contornos, el artista Ricardo Basbaum propuso la noción de artista-etc., una figura cercana al entusiasmo del mundo amateur, capaz de disolver su actividad en oficios diversos. Basbaum imaginaba un tipo de agente con la capacidad de desestabilizar las coordenadas institucionales, mezclando los archivos en los que se almacena la memoria de las disciplinas, y de dispersar su fuerza de trabajo en una serie de circuitos económicos divergentes. Sus ideas se conectan con una tradición asociada al Manifiesto antropófago del poeta brasileño Oswald de Andrade, según el cual las ideas ajenas, especialmente las provenientes de los centros de poder, pueden ser canibalizadas y deglutidas para integrar un cuerpo propio.
Evidentemente, también las prácticas artísticas producidas bajo estándares habituales de autoría abordan y problematizan estas cuestiones. En Creación política (2010-2013) el artista Levi Orta se coloca en el lugar de aprendiz para realizar copias de dibujos y pinturas originalmente concebidas por Winston Churchill, Francisco Franco, Adolf Hitler o George W. Bush. El trabajo analiza no tanto las particularidades técnicas de estas obras como su instrumentalización política, al mismo tiempo que sondea la configuración íntima del gusto y la subjetividad de personajes históricos controvertidos y poderosos. En Caricaturas invertidas (2013) el artista Jorge Satorre explora la subjetividad con herramientas distintas, invitando a profesionales del humor gráfico a realizar una caricatura que incluya todos los elementos habituales de su trabajo en prensa, pero ahora tergiversados. Así, en vez de hacer una sátira inteligible y graciosa sobre un tema de actualidad política, se trataría de olvidar por completo al lector y su contexto, componiendo una imagen mental insondable que solo el autor sea capaz de entender (o que, incluso, él mismo no pueda descifrar).
El escritor y curador Valentín Roma señala en relación con esto: «la autoría es casi siempre una suerte de lugar al que somos empujados, un territorio carente de afueras y adentros, pues del mismo modo que declararse autor supone ostentar alguna mínima autoridad, a veces resulta imposible ausentarse de este espacio autoritario sin dejar ahí, en medio, cierta propiedad privada para que nos recuerden» (Gagliano, 2014).
Referencias
Basbaum, Ricardo (2004). Amo a los artistas-etc. Madrid: Vendedores de humo Ed.
Disponible en http://tainaazeredo.com.br/traducciones/amo_los_artistas-etc.pdf
Consulta 04/06/2019
De Andrade, Oswald (1928). «Manifiesto Antropófago». Revista de Antropofagia (núm. 1). São Paulo. Disponible en http://fama2.us.es/earq/pdf/manifiesto.pdf
Consulta 04/06/2019
Gagliano, Antonio (2014). El espíritu del siglo XX. Barcelona: Álbum Ed.