Gusto

Diccionario

Descripción

El gusto es uno de los conceptos clave en la teoría de la acción de Pierre Bourdieu (1988) y del establecimiento de distintos niveles de cultura. Para este autor, el gusto sería una característica que, aunque pueda parecer individual y personal, en realidad forma parte del habitus. Es decir, es un conjunto de disposiciones producto de la posición social en el campo, pero que a la vez es moldeable y uno de los motores de la acción libre o de la creación en la acción social (véanse las fichas Campo artístico y Agencia). Así, es el habitus el que hace posible la producción libre del gusto, pero siempre dentro de los límites inherentes a las condiciones históricas, materiales y sociales del individuo.

Bourdieu (2010) llama gusto a dos procesos consecutivos de la acción social. Por un lado, a aquello que permite distinguir diferencias o categorizar los objetos y elementos que forman parte del mundo y, por otro lado, a la construcción que nos permite categorizar todo lo diferenciado en función de nuestras preferencias y, así, ayudarnos a elegir. En sus propias palabras, el gusto es «la capacidad de hacer diferencias entre lo salado y lo dulce, lo moderno y lo antiguo, lo románico y lo gótico, o entre diferentes pintores, o entre diferentes maneras de un mismo pintor, y, en segunda instancia, de probar y enunciar preferencias» (Bourdieu, 2010, pág. 32).

El gusto, al formar parte del habitus, contradice la idea de que se constituye como un don natural. Al contrario, el gusto sería construido en la socialización, tanto en la educación temprana como en el desarrollo posterior de la vida en unas posiciones determinadas en el campo social. En concreto, dice Bourdieu (2010, págs. 232-233) que el gusto está estrechamente ligado al nivel de instrucción o nivel educativo y, por tanto, al capital cultural y, en segundo lugar, al origen social. El gusto también ejerce como marcador de clase, al permitir la distinción entre estas o entre posiciones sociales. Y también es un medidor de capital cultural, lo que permite su reproducción social futura como garantía de conservación de dicho capital.

Durante la mayor parte de su obra, Bourdieu ejemplifica su conceptualización del gusto con ejemplos relacionados con el mundo del arte o de la cultura. Para demostrar la existencia del gusto, y que este no es algo dado por una fuerza exterior, utiliza el ejemplo del proceso por el que algo se cataloga o no como obra de arte:

¿El artista puede imponer su gusto, crear nuevas categorías artísticas? La respuesta elitista consiste en estimar que el artista es único juez en materia de arte y que tiene, incluso, el derecho de imponer su gusto. Pero ¿esto no es exponerse a la anarquía de los juicios antagónicos, siendo cada artista juez y parte? ¿Cómo no dudar de que quienes participan del juego y de las apuestas artísticas —artistas, pero también coleccionistas, críticos, historiadores del arte, etc.— puedan someter a la duda radical los presupuestos tácitamente aceptados de un mundo con el que están de acuerdo? Hay que apelar a instancias exteriores (Bourdieu, 2010, págs. 22-23).

En dicho ejemplo, se demuestra como el gusto no es algo que se impone, como supondría el hecho de que sean los artistas quienes juzguen qué es arte y qué no lo es; sino que son todos los actores del campo social (las instancias exteriores), y no solo los del campo artístico, quienes, en su interacción y como una construcción social, modelan y construyen el gusto como diferenciador entre lo que es arte y lo que no lo es.

Pese a que la teoría de Bourdieu sobre el gusto sigue siendo la principal en las ciencias sociales, han aparecido críticas en, al menos, dos aspectos:

  1. La primera crítica se fundamenta en que la competición y las relaciones de estatus son solo una parte de lo que influye en el gusto, pero también existen otras motivaciones ajenas a la estructura social que lo construyen (Slater, 1997, págs. 157–158).
  2. La segunda crítica parte de la idea de que la cultura de masas y la posmodernidad, así como el mayor acceso cultural, han borrado las marcas de clase en el gusto, y lo han convertido además en algo muy cambiante y dependiente de otras identidades distintas de las de clase (Holt, 1998, pág. 21).

Siguiendo esta última idea surge la teoría del omnivorismo cultural, un cambio social de las pautas de gusto acaecido en las últimas décadas, principalmente en los países occidentales. El omnivorismo cultural argumenta que, en el estudio empírico de los gustos culturales, se percibe la existencia de una parte de la población cuyos gustos son muy variados, es decir, incluyen un abanico mayor de opciones que en épocas previas, que no están asociadas necesariamente a su estatus social (Fernández y Heikkila, 2011).

Bibliografía

Bourdieu, P. (1988). La distinción. Criterio y bases sociales del gusto. Barcelona: Taurus. (1ª ed. 1979).

Bourdieu, P. (2010). El sentido social del gusto. Elementos para una sociología de la cultura. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.

Fernández Rodríguez, C. J.; Heikkila R. (2011, septiembre-diciembre). «El debate sobre el omnivorismo cultural. Una aproximación a nuevas tendencias en sociología del consumo». Revista Internacional de Sociología (RIS) (vol. 69, n.º 3, págs. 585-606) [en línea]. [Fecha de consulta: 19 de julio de 2019.]
<http://revintsociologia.revistas.csic.es/index.php/revintsociologia/article/view/403/412>

Holt, D. B. (1998, junio). «Does Cultural Capital Structure American Consumption?». The Journal of Consumer Research (vol. 25, n.º 1, págs. 1-25).

Orta González, D. (2004, otoño). Reseña de La distinción. Criterios y bases sociales del gusto de Pierre Bourdieu. Revista Athenea Digital (n.º 6) [en línea]. [Fecha de consulta: 19 de julio de 2019].
<https://atheneadigital.net/article/view/n6-orta/162-html-es>

Slater, D. (1997). Consumer Culture and Modernity. Cambridge: Polity Press.