Descripción
Se trata de un concepto proveniente de la teoría económica que ha sido trasladado a otros ámbitos, como el de la sociología o el arte. En teoría económica, la producción designa todo proceso por el que se fabrican bienes y servicios que aportan valor añadido al mercado. Este proceso de producción tiene las siguientes características:
- Las partes que participan de él son interdependientes. Esto se debe a la especialización del trabajo.
- Los procesos de producción requieren algún grado de planificación. La planificación ideal es la que utiliza la racionalidad para maximizar la eficacia y la eficiencia.
- Los procesos de producción son complejos, dado que necesitan una multiplicidad de elementos o insumos. Este complejo de elementos es utilizado y/o transformado para crear el objeto o servicio final.
- Por todo lo anterior, la producción no puede llevarla a cabo únicamente una persona. Se necesita algún tipo de organización que permita manejar las características anteriores de interdependencia, planificación y complejidad. Es por ello por lo que siempre que se habla de producción nos referimos a un proceso colectivo.
En la adaptación del término producción a las ciencias sociales se hace hincapié en la variedad de caminos que existen para producir un mismo bien o servicio. Por ello normalmente se habla de modo de producción. La idea de su utilidad relacionada con el aumento del valor pierde peso frente a la idea de que la producción es un proceso mediante el cual se resuelven necesidades (Vásquez, 2008).
En el campo, sistema o ámbito del arte, la idea de producción se liga a la corriente marxista o neomarxista de la teoría del reflejo o de la producción social del arte (Wolff, 1993), y constituye una crítica a la idea de creación artística. La creación artística, en lugar de considerar el proceso artístico como un entramado colectivo e influido socialmente, pone el énfasis en la idea romántica del arte como un espacio apartado del resto de la sociedad de carácter individual. A partir del romanticismo, surge la representación simbólica que da al arte y al artista una naturaleza basada en vivir al margen del sistema de producción económica o de la estructura de poder, y en la inspiración y la genialidad como únicos ingredientes y limitantes de sus creaciones artísticas (Escaño, 2014).
Desde la perspectiva de la producción, en cambio, se entiende que la producción artística se dedica a la elaboración de bienes materiales —aunque cabría decir que el arte también puede ser un acto inmaterial, como la performance— que satisfacen necesidades sociales y psicológicas (Vásquez, 1987, pág. 3) y en el que participan una multiplicidad de actores, es decir, es colectivo. En palabras de Escaño: «la producción cultural artística nos ofrece la posibilidad de comprenderla como producto social, situado y producido históricamente, considerado como un complejo entramado de actores históricos y reales, apartado del concepto romántico de obra artística como creación de un “genio” que permanece al margen del entorno, sociedad y época» (Escaño, 2014, pág. 13).
Esta cita ejemplifica cómo la idea de producción artística, que toma todos los matices y características de la producción económica (recordemos: colectiva, social, de interdependencia, planificación y complejidad), surge como opuesta a la idea de creación artística. No obstante, este cuestionamiento de la idea de creación no solo se realiza desde posiciones marxistas, sino también desde planteamientos contemporáneos como son las nociones de conocimiento colectivo o de procomún.
La noción de conocimiento colectivo supone que los actos de conocimiento no son nunca enteramente individuales, sino que se fundamentan en una multiplicidad de interacciones sociales entre individuos que pueden ser voluntarias o involuntarias. El conocimiento sería una producción social y cotidiana que debería tener un valor o un aprovechamiento también social (Eraña y Barceló, 2016). En la medida que la producción de un objeto o hecho artístico supone también una actividad de entendimiento, los planteamientos del conocimiento colectivo serían también aplicables al mundo del arte.
Por su parte, según la idea de procomún, todo proceso de producción está constituido por:
- prácticas sociales y
- normas de gestión aceptadas por la comunidad social.
La idea del procomún tiene un carácter más normativo, es decir, no describe tanto cómo se produce —aunque sí cree que toda producción es colectiva y no individual—, sino que más bien prescribe cómo debería producirse. Algunas de sus prescripciones para la producción son la autoorganización, la protección de los valores e identidades colectivas, la independencia con respecto al mercado y la utilidad o el beneficio colectivo de la producción (Guerrilla Translation, 2016).
Bibliografía
Eraña, A.; Barceló Aspeitia, A. A. (2016). «El conocimiento como una actividad colectiva». Revista Tópicos (n.º 51) [en línea]. [Fecha de consulta: 10 de septiembre de 2019].
<http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-66492016000200009>
Escaño, C. (2014). «Artes, autoría y cultura libre. Análisis sobre el concepto de autoría: creación, producción y recepción artísticas. Ideas para un discurso estético sobre la cultura libre». ASRI: Arte y sociedad. Revista de investigación (n.º 6).
Guerrilla Translation (2016). El procomún en pocas palabras [entrada de blog]. [Fecha de consulta: 22 de agosto de 2019].
<https://www.guerrillatranslation.es/2016/01/18/el-procomun-en-breve/>
Vásquez, C. (1987). Los procesos de producción artística [en línea]. Lima: Instituto Pedagógico San Marcos. [Fecha de consulta: 22 de agosto de 2019].
<http://www.chalenavasquez.com/wp-content/uploads/2015/07/los_procesos_de_produccion_artistica.pdf>
Wolff, J. (1993). The Social Production of Art. Londres: The Macmillan Press.