4.3. El ángulo en el mundo vivo
El ángulo penetra. Es una solución perfecta adoptada por numerosas especies por selección natural como defensa y ataque. Existe una grandísima profusión de puntas en el mundo vegetal, de materiales y formas muy variados, cuya función principal es la defensa pasiva frente a animales. La fuerza ejercida por un animal que quiera comerse determinado fruto o trepar determinado árbol topará con la incidencia hiriente y disuasoria de esas puntas.
Los cactus minimizan al máximo la superficie de sus hojas convirtiéndolas en agujas, en este caso, con subfunciones diversas: para minimizar la pérdida de agua, como defensa frente a depredadores y, en algunas especies, gracias a la concentración de pequeñas gotas de agua de la atmósfera y de las nieblas en la punta de sus espinas, para hacerlas deslizar por el tronco hasta las raíces. De nuevo, vemos cómo el ángulo es capaz de concentrar la energía, en el caso del pararrayos, y el agua del aire atmosférico, en el caso del cactus.
En el reino animal, la punta encuentra una grandísima variedad de ángulos, con una amplia diversidad de funciones y subfunciones. Los aguijones sirven para penetrar; los dientes, para atacar, triturar o cortar; las garras, para atacar, defenderse, desgarrar o agarrarse al terreno. La inmensa variedad de cuernos y astas sirven como defensa y ornamentación amenazante. Los picos de los pájaros poseen funciones concretas según su forma y su ángulo de penetración: un pico romo no está especializado, sirve para picar de todo un poco, como las gallinas; un pico como el del martín pescador es afilado para penetrar velozmente en el agua. La forma nos puede indicar la función con mucha precisión. Podríamos ordenar la especialización según la forma. A medida que el animal se especializa, necesita seleccionar lo que recoge, o aumentar su velocidad para penetrar en un fluido; entonces su fisionomía se angula, sus «puntas» se hacen cada vez más precisas. Moverse a través del agua o del aire requiere poder penetrarlos. Así, las formas se concentran, se agudizan, cuanto mayor es la velocidad requerida, al igual que lo hacen las herramientas o partes del organismo concretas que utilizan: picos, garras, dientes… se especializan y se «afinan» en función de su uso.