7.3. Fractales en el mundo vivo
Los fractales en el mundo vivo aparecen en cualquier escala y jerarquía. Tienen un componente altamente adaptativo, pues son eficaces cuando se trata de maximizar los intercambios de energía, materia o información. Como hemos ido viendo, los fractales ocupan el espacio, y lo hacen de forma continua y conexa, creando frondosidades complejas a partir de patrones sencillos que permiten, por ejemplo, transportar sangre, savia o impulsos eléctricos (caso de las neuronas), o bien simplemente ocupar el espacio para maximizar la captación de luz (caso de los árboles).
En el mundo vivo se dan superposiciones de geometrías y formas, de la misma manera que sucedía con los hexágonos y los copos de nieve. Hemos visto en el apartado «Simetría circular y esférica» cómo la esfera, mínima superficie que encierra un volumen, es la forma general a la que tiende un árbol sin competidores cercanos, o ciertos conjuntos de cactus. Sin embargo, si cambiamos la escala y nos fijamos en el ramaje o en las raíces, podemos ver que todos los árboles son fractales. De hecho, todas las plantas lo son.
Todas tienen en su estructura interna ramificaciones fractales. Si cogemos una parte, una rama, esta podría pasar por el todo. Algunas plantas, como los helechos, tienen hasta cuatro o cinco iteraciones. Perfectas reproducciones de la totalidad. Si cambiamos de escala y nos fijamos en los tejidos vasculares de las plantas, veremos que la forma en la que ocupan el espacio es fractal.
En el mundo vegetal la relación entre interior y exterior está maximizada. La planta necesita abrirse a su entorno para captar la luz. Además, tiene una frontera mucho más indefinida o dependiente de otras estrategias. En el mundo animal, con excepción de algunos invertebrados como algunas medusas, la frontera es mucho más marcada. Claro que hay que hay una conexión directa con el exterior, pero la necesidad de maximizar los intercambios de energía y de materia se realiza en el interior. ¡Los animales son fractales por dentro! Neuronas, cerebro, vasos sanguíneos y pulmones tienen la necesidad de suministrar información, energía o materia a cada una de sus células, y la ramificación fractal es la que permite hacerlo con el menor esfuerzo posible.