2. Análisis del tercer sector de las artes visuales en el Estado español

2.2. La práctica artística en espacios autogestionados

2.2.3. Proyectos artísticos-educativos y prácticas artísticas comunitarias

Los orígenes de las prácticas artísticas comunitarias están vinculados con las primeras prácticas artísticas feministas de los años setenta, las políticas de la identidad y los movimientos por los derechos humanos que se dieron, principalmente, en los Estados Unidos. Un ejemplo icónico de estas prácticas sería la Woman House (1971), que empezó con la ocupación de una casa abandonada en una calle residencial de Hollywood y se convirtió en un espacio de referencia para la creación coordinado por las artistas Miriam Saphiro y Judy Chicago.

Desde los años noventa se empezó a generar, en inglés, todo un cuerpo teórico y un análisis crítico en torno al concepto de arte comunitario que quería definir las características comunes de estas primeras prácticas de los años sesenta y setenta que partían del arte público, pero que fueron derivando hacia los procesos y las relaciones de las artistas y las comunidades, principalmente asociados con contextos socialmente desfavorecidos. Por lo tanto, son prácticas que se inclinan hacia una democracia cultural, es decir, parten de un concepto de cultura como medio de transformación social accesible a todo el mundo, participativa y descentralizada.

En el contexto español, hay iniciativas que desarrollan programas como, por ejemplo, Concomitentes, una asociación sin ánimo de lucro que se pudo crear gracias al apoyo de la Fundación Daniel & Nina Carasso, que promueve el protocolo de Les nouveaux commanditaires. Este protocolo define los roles y responsabilidades de los diferentes agentes que llevan a cabo conjuntamente una acción y hacen posible un arte de la sociedad civil. En este marco, se llevó a cabo, entre otros, el vídeo-proyecto Avant la lumière, de Eulàlia Valldossera, en el que un mediador propone la intervención de un artista en un contexto ciudadano. Este vídeo-proyecto es fruto del encargo de un grupo de habitantes de Rochechinard, un pequeño barrio rural al Royans francés, en la Assotiation des amis du Musée de la Memoire, un proyecto museístico que nació a partir de su trabajo colectivo desarrollado en la década de los setenta.

Otro ejemplo es el Programa 2021 de Interfaces, plataforma de cultura y salud comunitarias coordinada, entre otras, por Transductores, y que se desplegó en un contexto marcado por la Covid-19. En el marco de este programa, se llevaron a cabo un conjunto de propuestas que tenían en común el hecho de afrontar de manera imaginativa las restricciones de la pandemia.