3. Profesionalización

3.1. ¡La enhorabuena! Ya tienes el título, ¿y ahora qué?

3.1.2. Circuitos autogestionados

¿Inciden los proyectos y espacios autogestionados en la profesionalización? ¿Hay un circuito autogestionado consolidado que tenga suficiente fuerza para generar nuevas posibilidades de trabajo para los artistas de su entorno? ¿Incluyen un territorio donde no tienen efecto las políticas culturales de las instituciones públicas?

Los espacios autogestionados generan circuitos que dan visibilidad y apoyo a proyectos que a priori no tendrían oportunidades en el mercado privado o en el marco establecido por las instituciones públicas culturales. Muchos de estos espacios crean redes formales e informales con una fuerte complicidad surgida de los obstáculos comunes que han tenido que superar para salir adelante. Además de la visibilización, se crean relaciones y oportunidades que nos pueden hacer crecer como personas y como profesionales. A pesar de que acompañan en la incertidumbre del trabajo creativo, pero son inestables en el tiempo, puesto que la continuidad depende de muchas variables.

Una de las primeras variables es cómo nos situamos en estos espacios, qué esperamos, qué opciones elegimos, como artistas involucrados en su funcionamiento, o como artistas participantes en los programas que lleven a cabo. Si la decisión se enmarca en el primer supuesto y nace de la voluntad de formalizar una carrera artística y vivir del trabajo realizado en este espacio, ¿cómo se tiene que abordar la comercialización de los productos o proyectos artísticos? Aquí hay una pequeña contradicción, puesto que generar estas oportunidades implica tiempo, dedicación y compromiso con la comunidad que ha promovido el espacio. Si es una acción centrada en el voluntarismo, el tiempo dedicado vendrá condicionado por las aportaciones de tiempo y la inversión de las capacidades de cada uno de los miembros y sus circunstancias personales. Si se liberan personas remuneradas con la capacidad para crear estructuras que mantengan con fluidez los proyectos, puede consolidarse. Pero quizás una fórmula más efectiva consistiría en facilitar un relevo a los equipos de estos espacios autogestionados que garantizara un equilibrio en el tiempo dedicado al espacio en cuestión y al mismo trabajo artístico, para evitar fricciones.

Como ya hemos visto, desarrollar producciones artísticas que prevén la posibilidad de recibir una remuneración económica no es un problema específico de los espacios autogestionados, sino que es una problemática habitual dentro del campo del arte.

A pesar de la inestabilidad, producir en estos espacios es una manera de tomar conciencia de que no estamos solos. Son bancos de pruebas que conducen a crear otras iniciativas y a repensar el rol de los artistas dentro de las comunidades en las que conviven.