2.3. El hexágono en el mundo vivo
En el mundo vivo encontramos numerosos ejemplos de patrones hexagonales. La selección natural ha ido favoreciendo este patrón en muy diversos ámbitos. El principal problema a solventar es el de la compactación en todas las superficies que separan o que hacen de frontera con el exterior. Lo saben bien las abejas, que han de minimizar el aporte de cera para la construcción de sus panales. Lo vemos también en numerosos ojos de artrópodos como los insectos.
A diferencia de los vertebrados, que «optaron» por concentrar rayos de luz mediante lentes, en los insectos, la selección natural favoreció el tubo. A cada tubo correspondería una mancha de luz o píxel. Así, cuantos más tubos y más compactos, más resolución. Aparece de nuevo el problema de la compactación del espacio.
Podemos observar así numerosos ejemplos: las pieles de muchos reptiles y peces, caparazones, cortezas como la de la piña, o el envoltorio compacto de la planta Equisetum arvense o «cola de caballo» (véase fotografía superior). Ejemplos todos ellos de simetrías circulares o semicirculares, comprimidas o compactadas, con la función de cubrir superficies por las que no queden intersticios, ni se puedan hendir o penetrar. El hexágono, pavimentando, ejerce de frontera entre el exterior y el interior en el mundo vivo.