En torno a un espíritu común de cuidado de las relaciones interpersonales –que son atesoradas como el ámbito desde el cual se construye el poder de lo colectivo– os preguntáis cómo podéis restablecer maneras de generar sentimientos de pertenencia a un territorio que no vengan marcadas por el origen de las personas que lo habitan, sino por el hecho de vivir, compartir e intervenir en este.
El objetivo es poder recobrar la confianza en el hacer juntos ante el desafío de construir ciudad y comunidad entre personas que pertenecen a «mundos» a priori distantes y ajenos, poniendo, en este caso, especial atención a los saberes y las prácticas del continente africano, tanto de las personas que han migrado desde ese territorio, como de aquellas que lo habitan y que desarrollan una labor de reencantamiento por medio de acciones artísticas y sociales. Para reivindicar una identidad rizomática, una poética de la relación –tal y como afirma Eduard Glissant– que significa también reivindicar el derecho a otros imaginarios de lo urbano y de lo social.
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