La hospitalidad, como práctica política, será clave para la construcción de espacios donde las personas involucradas se puedan sentir acogidas y reconocidas como parte fundamental de un proceso. Una práctica que, así entendida, pueda ser capaz de contribuir a potenciar los ecosistemas formados por instituciones públicas, comunidades y personas, para tantear y constituir otros modelos de institucionalidad.
Poner en el centro la hospitalidad –como dispositivo capaz de interrogar y problematizar el nosotros– tendrá entre sus objetivos el facilitar la conexión y la vinculación de experiencias de creación de ciudad entre distintos territorios y abrir, por consiguiente, los espacios de toma de decisiones. Se tratará, entre otras cosas, de potenciar las vecindades y los modos de vida en común existentes, prácticas que pongan la condición hospitalaria y el aprendizaje en la base de nuestra gobernanza política.
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