1. Introducción

1.3. Definición de autogestión en la cultura y las artes

1.3.3. Breves antecedentes históricos de autogestión en las artes visuales en España

La economización de la cultura, en el marco del discurso de las industrias creativas y culturales, es promovida a partir de la década de los ochenta en el Reino Unido por Margaret Thatcher, y en los Estados Unidos, por Ronald Reagan, y posteriormente se extiende por España y diferentes contextos europeos y latinoamericanos. Sobre todo en los noventa, los valores y los usos que había tenido tradicionalmente la cultura, así como su valor trascendente, se transforman y hay un cambio de paradigma en el que se identifica la cultura como recurso. Esta pasa a ser, entre otras cosas, un medio de legitimación de las políticas de desarrollo urbano, marcadas por la construcción o remodelación de museos y centros de arte en función del turismo, y se prioriza el crecimiento económico con las industrias culturales; pero también, una herramienta para fomentar la cohesión y la resolución de conflictos sociales y como fuente para fomentar las ocupaciones, como por ejemplo la recuperación de oficios artesanales, la producción de contenidos, etc. (Yúdice, 2002).

Desde los años sesenta, los artistas han desarrollado estrategias de autoorganización. Con los movimientos contraculturales, se activaron acciones conjuntas organizadas que implicaban la apertura de espacios alternativos que resultaban ser una apuesta por la transformación de las prácticas artísticas, que se entendían como un proceso que incluye diferentes aspectos como, por ejemplo, la investigación, la documentación, la producción, la formación y la exposición. El movimiento Fluxus fue fuente de inspiración para numerosas iniciativas en el Estado español que permitían desarrollar la producción artística con autonomía, gracias a la flexibilidad de las estructuras, la agilidad y la inmediatez de las acciones y la independencia respecto de los intereses económicos que operaban en el mercado. Tal como señala Jorge Luis Marzo:

«La definición de lo alternativo en el arte español de los años ochenta pasa, además, por dos factores significativos. Por un lado, la contracultura de la década anterior, ya estuviera ligada a la oposición antifranquista o a los comportamientos micropolíticos. Por otro lado, el tema de la financiación pública. La deriva de ambos factores bajo el relato de la transición y de la aparente normalización de las condicionas productivas de la cultura ocasionó que la interpretación de lo independiente cobrara formas hasta cierto punto hipocondríacas».

Marzo (2016: 56-57)

No hay mucha documentación exhaustiva sobre estas iniciativas en el Estado español, salvo la publicación colectiva que editó la historiadora del arte, curadora y gestora cultural Nekane Aramburu, Historia y situación actual de los colectivos de artistas y espacios independientes en el Estado español (1980-2010) (Aramburu 2011). En este recopilatorio, encontramos iniciativas que fueron una alternativa al funcionamiento de las galerías de la época, como es el caso de la Galería Redor (1970) de los artistas Tino Calabuig y Alberto Corazón en Madrid que, como indicaban en su manifiesto La Galería Redor pretende, acogía trabajos de experimentación y de activismo político. Espacio P, la primera «cooperativa» artística de España creada en Madrid en 1981 por los artistas Pedro Garhel y Rosa Galindo, era un espacio abierto al diálogo entre las artes plásticas, visuales, escénicas y sonoras que funcionó ininterrumpidamente durante dos décadas (1981-1997). O en 1991 el artista Ulises Pistolo Eliza impulsaba en València el espacio Purgatori, que serviría de escaparate a cerca de veinte artistas alejados de las exigencias del mercado y de los circuitos institucionales.

También recoge otras iniciativas con una marcada voluntad de incidir en la sociedad, como el colectivo informal Vídeo-Nou (1977), que en 1979 fue el primer servicio de video comunitario de Barcelona. En el año 1994, en el Espacio Transforma de Vitoria-Gasteiz se celebra el primer encuentro de colectivos independientes para la gestión y la difusión del arte actual, que tendrá continuidad al año siguiente en el encuentro de Murcia, hecho conjuntamente por Colectivo Mestizo y Espacio Transforma. La tercera edición, rebautizada Red Arte, volvió a Vitoria-Gasteiz y continuó haciendo acciones los años siguientes como colectivo integrado por Mestizo, Industrias Mikuerpo, Transforma, Conexión Madrid, Côclea, Zé dos Bois, Sitioweb, Aleph, Acción Paralela, Merz Mail y Bavia.

En España, el papel de las asociaciones sectoriales ha sido muy determinante para nutrir, acompañar o inyectar una visión crítica de las políticas culturales, buscando un retorno en los diferentes sectores que se tradujera en mejoras para el territorio y en la creación de espacios de trabajo para artistas. Ejemplo de esto es la creación, por parte de la Asociación de Artistas Visuales de Cataluña (AAVC), del Centro de producción Hangar en 1997, y en 2007, de Hamaca plataforma de audiovisual experimental, la primera distribuidora de videoarte española. También en 1977, el artista colectivo Luther Blissett presentó en la sala Apolo de Barcelona el Manifiesto por la Huelga de Arte 2000-2001.

Para terminar, hay que destacar el proyecto Espacio Abisal de Bilbao, creado en 1996 por alumnos de Bellas Artes como un tipo de transformación de la idea de asociación de artistas visuales, y que tuvo continuidad durante más de quince años. Su valor radica en el hecho que fue unos de los pocos espacios autogestionados y asamblearios donde las personas se involucraban de manera anónima, temporal y cambiante. Este hecho no parece especial a priori, pero en realidad es muy complicado de encontrar y, sobre todo, que tenga continuidad en el tiempo. Fue un lugar de referencia para el encuentro, el intercambio y la difusión de la creación y el pensamiento contemporáneos.

En resumen, podemos decir que en las décadas de los ochenta y noventa las iniciativas eran promovidas por artistas que se enfocaban en la creación y la difusión y señalaban la falta de espacios para llevarla a cabo. En la década de los 2000 surgen colectivos centrados en la gestión cultural, como por ejemplo el proyecto Off Limits (2006-2014). Mientras que actualmente los proyectos autogestionados son creados por equipos multidisciplinarios en los que hay un alto componente de artistas que también son responsables de las tareas de gestión del proyecto.