4.2. Net.art
4.2.4. Consecuencias del 11-S en la creación digital
El martes 11 de septiembre de 2001, diecinueve miembros de Al Qaeda secuestraron cuatro aviones de pasajeros para atentar contra cuatro puntos clave de la economía y la política estadounidenses. Por primera vez desde 1812, Estados Unidos sufría un ataque en su propio territorio. Más que el impacto producido por el elevado número de fallecidos, el mundo quedó sobrecogido al presenciar los hechos «en directo» a través de la televisión. Durante horas, la CNN emitió reiteradamente las imágenes de los ataques terroristas, de la caída de los dos edificios y del dispositivo de emergencia siguiendo las mismas pautas televisivas utilizadas en la Guerra del Golfo (1990-1991).
Aquellas imágenes que dieron la vuelta al mundo forman parte de una obra de net.art del artista de origen alemán Wolfgang Staehle. Cínco días antes había inaugurado la muestra «2001» en la Postmasters Gallery, para la que había concebido «Untitled 2001», instalación basada en la proyección continúa de las imágenes registradas por tres webcams dirigidas hacia sendos paisajes característicos de la ciudad de los rascacielos, que incluía la vista de Manhattan coronada por las Torres Gemelas. La webcam capturó las imágenes del atentado, las proyectó en la galería y las almacenó en el disco duro del ordenador. Lo que había sido proyectado como una instalación de una belleza estética relevante, se transformó en un importante documento histórico de marcado carácter poético (Uncovering Ctrl, 2011a).
La respuesta internacional inicial contra los ataques fue rápida y unánime. La comunidad artística se cohesionó de inmediato para condenar los hechos y aprovechó las posibilidades de comunicación de la Red: apresuradamente, se publicaron páginas de homenaje y reflexión sobre lo ocurrido. Rhizome –una de las organizaciones más activas del momento– homenajeaba desde el día 12 al escultor Michael Richards, víctima en el ataque a una de las Torres. En seguida surgieron trabajos de marcado carácter intimista en los que afloraban sentimientos subjetivos creados en las jornadas inmediatamente posteriores a los ataques. Buena parte relacionaba los atentados con determinados hechos históricos o con desgraciadas vivencias personales, tal como sucede en September 11th, de Eryk Salvaggio, obra que reformula en caracteres ASCII el choque del avión contra la Torre Sur. Veinte páginas web reproducen la secuencia con la lista oficial de los fallecidos.
Los net.artistas neoyorquinos fueron los primeros que adoptaron una postura franca ante las consecuencias del desastre. Andy Deck planteó con franqueza y valentía si los atentados eran fruto de la beligerante política de su país en War Without Winners, publicada una semana después de los atentados. Hans Bernhard, antiguo miembro del colectivo etoy, ofreció su punto de vista en Attack on Democrazy. En ambos casos, la pasión y la sensibilidad dan paso a análisis más profundos sobre la implicación directa del Estado en la transformación y devaluación de su imagen tras la intervención en Afganistán e Irak, y su implicación en la Guerra de los Balcanes.
Una de las iniciativas más arriesgadas fue la propuesta por Alex Galloway. Pocos días después de los atentados terroristas, lanzó a través del Radical Software Group (RSG) –colectivo internacional de net.artistas– Carnivore Proyect (octubre de 2011). Esta herramienta en código abierto se basa en el software Carnivore, desarrollado en 1999 por el FBI y denunciado públicamente por el Wall Street Journal en julio de 2000, cuyo objetivo era registrar los contenidos de los mensajes electrónicos y los datos del tráfico en Internet (Keenan, 2005, págs. 73-75).
Carnivore Proyect detecta sin ser detectado los bloques de información que componen los mensajes de correo recibidos y enviados, los textos e imágenes enviados a través de Internet y las páginas web visitadas por los usuarios. […] RSG emplea los datos como materia prima para interfaces artísticas.
M. Tribe, R. Jana, U. Grosenick (2006). Arte y nuevas tecnologías (págs. 78-79). Colonia: Taschen.
Entre los trabajos aportados inicialmente, destacamos el proyecto World Wall Painters de Área3, colectivo ya desaparecido de artistas residentes en Barcelona. Con la misma ironía que Jasper Johns pusiera en su bandera, los usuarios-pintores digitales del proyecto dibujaban sin descanso las de los países a los que pertenecen, detalle descubierto a través de las direcciones IP del ordenador que utilizan. El resultado es un collage que apunta a la utopía democrática en Internet y a la realidad todavía vigente del acceso a la información y las nuevas tecnologías.
Trackind Transcience. The Orwell Project
Uno de los ejemplos que responde al ambiente viciado y obsesivo que se impuso tras los atentados es Trackind Transcience. The Orwell Project, de Hasan M. Elahi. Artista y docente estadounidense de origen bengalí, dio un giro crucial en su trayectoria creativa tras ser detenido injustamente en 2002 por el FBI en el aeropuerto de Detroit al bajar de un vuelo procedente de los Países Bajos. Los agentes le confirmaron que habían recibido un soplo acusándole de almacenar explosivos en Florida. Tras ser interrogado durante su arresto, se cercioraron de que no era la persona a la que buscaban (Uncovering Ctrl, 2011b). Su traumática experiencia incidió de tal manera en su vida que sus proyectos se sustentaron desde entonces en la irónica y contestataria idea que le obliga a hacer pública toda su vida cotidiana. Diariamente registra y sube a la red imágenes de sus actividades cotidianas. Visitando la página de su proyecto, el espectador, además de acceder a imágenes sobre sus quehaceres cotidianos, puede comprobar las coordenadas exactas del lugar exacto en el que se encuentra. Esta peculiaridad ha convertido su proyecto vital en uno de los casos de estudio más conocidos sobre la contravigilancia o sousveillance, movimiento consistente en vigilar al vigilante. Otra de sus vertientes consiste en evidenciar su presencia práctica.
Aproximadamente un mes después de los ataques, Estados Unidos, junto a una coalición internacional, invadieron Afganistán. El gran despliegue volvió a ser foco de críticas de los artistas computacionales internacionales. Algunos net.artistas recurrieron a los mecanismos de los juegos de guerra, el mayor éxito de la industria de los videojuegos, para ironizar sobre su mensaje y dejar al descubierto los fallos de una sociedad tecnificada basada en la violencia y la hipocresía (Bosco, 2001).