4.2. Net.art
4.2.2. Crear para la red
El término net.art o arte de Internet hace referencia a todas aquellas piezas creadas exclusivamente para la red.
[…] explotando su potencial de comunicación e interacción con el usuario y su capacidad para crear contenidos a partir de estructuras complejas que enlazan imágenes, textos y sonidos. Son trabajos que utilizan simultáneamente el potencial de la Red como espacio de exposición y como medio de creación.
L. Cilleruelo, L. B. Ballarín (2005). NET.ART. Prácticas estéticas y políticas en la Red (pág. 7) [en línea]. https://www.academia.edu/9917780/NET.ART._Pr%C3%A1cticas_est%C3%A9ticas_y_pol%C3%ADticas_en_la_Red.
Los creadores computacionales se apropiaron del medio rápidamente, aportando grandes dosis de innovación y un alto nivel crítico. Se abrían, entre otras opciones, tal como destaca Wolf Lieser, la posibilidad de presentar al público ideas y trabajos sin la mediación de comisarios, galerías o museos (Lieser y otros, 2010).
El espectador podía ser parte activa de las propuestas, aspecto que estudiaremos en el apartado «Orígenes del arte interactivo». Recordemos que surge en una época en la que el término ciberespacio, creado por William Gibson para su Neuromancer, se expandió fuera del ámbito de la ciencia ficción en numerosos textos, como si se tratara de la gran panacea tecnológica:
El ciberespacio. Una alucinación consensual experimentada diariamente por billones de legítimos operadores, en todas las naciones.
W. Gibson (2006). Neuromante. Barcelona: Minotauro.
Uno de los pioneros, el creador esloveno Vuk Ćosić, le asignó el nombre de manera casual en 1995:
Recibí un e-mail anónimo, cuyo texto resultaba ilegible por una incompatibilidad de software. Entre indescifrables caracteres ASCII, el único fragmento que tenía sentido era net.art. Inmediatamente supe que la Red me había encontrado un nombre para definir lo que estaba haciendo.
R. Bosco, S. Caldana (2016, 13 de febrero). «1995. La historia produce sus propias leyendas» [en línea]. El Arte en la Edad del Silicio. [Fecha de consulta: 30 de mayo de 2019]. https://arteedadsilicio.com/1995-2/.
Vuk Ćosić
Pionero del net.art, Vuk Ćosić rompió con los esquemas con Net.art per se (1996), página web que imita a la de la CNN, pero conduce a través de sus links a otras páginas de contenido artístico. Su trabajo digital, en la línea del apropiacionismo de Duchamp, participó en la Docmunenta X (1997) copiando la web oficial en su propio dominio. Cofundador de diversas listas de correo como Nettime o Syndicate, también destaca en el desarrollo de piezas de ASCII art, creadas con caracteres, acercándose a la tecnología Low tech como protesta respecto al gran desarrollo de la tecnología gráfica.
A continuación los enlaces de su intervención en The Influencers (2006):
Además de Ćosić, otros creadores de la Europa del Este, como Alexei Shulgin y Olia Lialina, encuentran una herramienta ideal de transformación en una sociedad en tránsito del socialismo al capitalismo. Otro factor decisivo para ese impulso de la creación digital en la zona es que, tras la caída del Muro, el Open Society Institute, de George Soros, fundó centros y medialabs en la zona: el Ljudmila Art and Science Laboratory o el Ljubljana Digital Media Lab son solo dos de los ejemplos más significativos.
Olia Lialina
La polifacética Olia Lialina creó My Boyfriend Came Back From The War (1996), pieza muy influenciada por sus estudios de crítica cinematográfica y que constituye una innovadora narración en la que cuenta la historia de dos amantes que se reúnen tras una guerra. La pieza, no lineal, se difunde a través de diversos hilos que van descomponiéndose como piezas de un mosaico en la pantalla (Lialina, Himmelsbach y Connor, 2016). En sus proyectos más recientes, Digital Folklore (2009) (Buerger, Espenschied y Lialina, 2009) o Summer (2013) –gif animado cuyos fotogramas están alojados en diferentes webs–, sigue utilizando elementos característicos de la Web 1.0 con un trasfondo de alto nivel crítico.
En el enlace 20 años de My Boyfriend Came Back From The War podéis ver la exposición retrospectiva, MU Artspace (2016).
David Ross, en aquellos años director del Museo de Arte Moderno de San Francisco, destaca varios aspectos específicos sobre este tipo de creaciones en 21 Distinctive Qualities of Net.Art, entre ellas las siguientes:
- La relevancia de los procesos creativos.
- El carácter global del medio y de las obras.
- El libre acceso a las obras y a la documentación sobre las mismas.
- La importancia de la intervención del usuario.
- La relación entre arte y comunicación.
Los artistas de la etapa inicial se adentran, desde puntos de vista heterogéneos, en líneas de trabajo que hacen referencia a las oportunidades que ofrece el trabajo en la red, entre las que sobresalen: la identidad, la crítica a la tecnología, la no linealidad, la autorreferencialidad, la autoría, el activismo y la creación cooperativa. Pero también es necesario resaltar la influencia que tienen otras disciplinas, como la fotografía, el diseño gráfico o la programación en su desarrollo.
La aparición de foros de encuentro y/o listas de correo de difusión artística como Rizhome.org, Syndicate, Nettime, la galería äda ‘web o las propuestas desde espacios como irational.org favorecen la difusión de la esencia del net.art, en las que se combinan tanto las opiniones creativas como las activistas. Las propuestas que exploran las posibilidades de la red en un entorno expectante ante estas nuevas formas de expresión digital pisan fuerte en eventos de prestigio como la Documenta X de Kassel (1997), la Bienal del Whitney Musem (2000) y la 49 Bienal de Venecia (2001). En palabras de Mark Tribe, fudador de Rizhome:
Rhizome fue en primer lugar una simple lista de correo electrónico que basaba su contenido en la intersección que forman el arte y los nuevos medios […]. Esta estructura simple estaba destinada a volver del revés las jerarquías de las revistas de arte y los museos en los que los trabajos de unos pocos se presentan a una gran mayoría. Yo opinaba, en cambio, que […] debía ser una comunidad que asestase sus raíces en una base muy amplia: una red organizada de forma horizontal de muchos para muchos.
W. Lieser, T. Baumgartel, W. Herzogenrath, H. Dehlinger, T. Edler (2010). The World of Digital Art (pág. 158). Berlín: Langenscheidt Publishing Group.
Una pieza característica de la época es mouchette.org (1996), que invita al espectador a interactuar y saber más sobre la protagonista, una joven que dice llamarse Mouchette, vive en Ámsterdam, tiene 13 años y es artista. El entorno ingenuo en el que van sucediéndose pantallas con mensajes e imágenes sobre problemas adolescentes y su inquietud sobre la sexualidad resulta en algunas ocasiones algo perturbador. El proyecto, de autoría anónima, sigue resultando inquietante, aunque se base en el personaje de la protagonista de una novela de George Bernanos de 1937, que fue llevada al cine por Robert Bresson en 1967. De hecho, fue la viuda del director la que amenazó con denunciar al proyecto poco después de su aparición, lo que supuso que tuviera que cambiar de url y de servidor en diversas ocasiones.
Julia Scher y Heath Bunting son dos de los pioneros interesados en mostrar una visión de alto nivel crítico sobre la incidencia de los sistemas de control electrónico en la ciudadanía, la primera centrándose en mostrar los peligros y las ideologías que subyacen en ellos y el segundo, demostrando la fragilidad de la tecnología «cotidiana».
En Welcome to Securityland (1995), Sher somete al usuario a un tenaz y extravagante interrogatorio aparentemente inconexo que oculta su verdadero afán de provocar confusión en el espectador. La incesante sucesión de imágenes y textos directos, precisos y provocativos son realmente una sutil invitación de la creadora para fomentar una conciencia crítica sobre el control y la vigilancia en el usuario-espectador. Su cara amable bajo el disfraz de policía no es más que un reclamo para intentar despertar la crítica y la reprobación sobre lo que realmente está sucediendo a nuestro alrededor: la imposición del dominio y la autoridad a través de las nuevas tecnologías con el objetivo de obtener el máximo beneficio sobre el reconocimiento, la observación y la censura (González Díaz, 2013). Por su parte, CCTV (World Wide Watch) (1997), de Bunting, permite informar a la policía sobre incidencias que puedan llegar a producirse en diferentes lugares del planeta, que son registradas gracias a las transmisiones realizadas desde diferentes cámaras web. El espectador se convierte, de ese modo, en un todopoderoso espía-censor (González Díaz, 2013).
La postura vanguardista inicial del net.art choca en seguida con su fragilidad: algunos de los grandes proyectos «mueren» rápidamente (Aleph) o son absorbidos por parte de las instituciones (äda ‘web por parte del Walker Art Center, o Rhizome, por el New Museum de Nueva York).
Hablar sobre las prácticas artísticas de la red supone enfrentarnos a la breve historia de «una contradicción». El net.art, en un principio concebido como un campo social alternativo donde «el arte y la vida diaria estaban fusionados» y que promovía un espíritu anti-institucional, forma parte ya del arte de las instituciones.
R. Zafra Alcaraz (1999). «El instante invisible del net.art» [en línea]. https://idus.us.es/xmlui/bitstream/handle/11441/26538/El%20instante%20invisible%20del%20net.pdf?sequence=1&isAllowed=y.