1.3. El Renacimiento
1.3.2. El color en la estética de Alberti
Leon Battista Alberti (1404-1472) fue un teórico muy influyente en el Renacimiento. En su tratado De pictura de 1434, se plantea el debate que se extenderá hasta el siglo XVII sobre la importancia del dibujo (disegno) y el color (colore). En este sentido, algunos artistas como los pintores venecianos se inclinarán más hacia la experimentación con el color; otros, sin embargo, hacia la conceptualización del dibujo como los florentinos.
De la observación de la naturaleza se deriva la afirmación hecha por Alberti de que los colores se modifican dependiendo de la luz que les afecte. Los colores en la sombra se mostrarán amortiguados, mientras en la luz resplandecerán con todo su brillo. Alberti reconoce cuatro colores que identifica con los cuatro elementos; éstos se han de oscurecer utilizando el negro y se han de aclarar con el blanco.
Como indica John Gage (2001), para Alberti el color ceniza estaba compuesto por una mezcla de negro y blanco; para el tratadista italiano, este color, al asociarse con la tierra, invadía todos los aspectos de la naturaleza; por tanto, también los del color. Para Alberti, todos los colores contienen algo de gris. Con este método, afirmaba que se provocaba un mayor contraste lumínico. El negro se utilizaba para las sombras; los tonos saturados, para los medios tonos. Y el blanco, para las luces.
Como ejemplo que ilustra la teoría de Alberti, podemos exponer el caso de Leonardo da Vinci (1452-1519). En su búsqueda de la unidad tonal en el cuadro, Leonardo utilizó la técnica del sfumato para fusionar las figuras con las sombras y así conseguir una iluminación discreta y una atmósfera naturalista. Para la consecución de este efecto, Leonardo utilizaba colores verdes, azules y terrosos como podemos observar en su obra La Virgen y el Niño con Santa Ana (1500-1513). Además, para reforzar la armonía y el ambiente neutro de la pintura, aplicaba los colores sobre un fondo color gris o marrón (el color ceniza al que hacía referencia Alberti en su tratado).