5.2. Creciente interés por la luz eléctrica como medio artístico
Ya vimos cómo en la Edad Media considerar el color como luz o materia determinaba asociar el color a Dios y, por tanto, defender su utilidad, o por el contrario considerarlo materia y atribuirle connotaciones negativas, llegando a considerar pernicioso su uso. Más tarde, en el Renacimiento, con la revalorización de la naturaleza, los pintores fueron desarrollando la técnica del claroscuro hasta llegar en el barroco a su máximo desarrollo con la pintura tenebrista. Los impresionistas y los postimpresionistas perseguían reproducir los efectos de la luz en los objetos y cómo los ojos lo percibían. Estas expresiones artísticas derivadas de las teorías y las tecnologías que se desarrollaron durante el siglo XIX, entre las que se encuentran la invención de la fotografía, «produjeron nuevas formas de entender la luz y la percepción visual» (Shanken, 2013). Algunos artistas como James Turrell, Ulf Langheinrich o Olafur Eliasson, por citar solo algunos, han seguido trabajando en las últimas décadas con planteamientos similares.
En el enlace se presenta una muestra del trabajo de Ulf Langheinrich.
Algunos otros ejemplos del empleo de la luz eléctrica como medio artístico los encontramos en artistas como Joseph Kosuth o Juli Julian LaVerdiere y Paul Myoda, con su obra tributo a las víctimas del 11-S en el World Trade Center de Nueva York.
El empleo del color luz (color pantalla) en el arte digital abre la reflexión a nuevos planteamientos estéticos en lo referente al color, que conectan de forma natural con los planteamientos sobre la inmaterialidad. Si el color pigmento se utilizó como hemos visto para poner de manifiesto, en ocasiones, la materialidad del color, con el color luz se abren posibilidades de experimentación y reflexión en torno al color donde el propio medio tiene unas nuevas connotaciones simbólicas.