1.2. El pre-Renacimiento
1.2.1. Innovaciones técnicas y nuevos sistemas de representación
El siglo XV es un periodo de grandes innovaciones técnicas, que se desarrollan a partir de las tradiciones del siglo XIV; así pues, estas novedades no se han de entender como una ruptura o una revolución técnica, sino como un desarrollo o evolución en los procesos artísticos.
Entre las grandes innovaciones técnicas de este periodo podemos señalar la perspectiva y las proporciones, la autonomía de los géneros pictóricos y el desarrollo de nuevos medios técnicos.
La perspectiva y las proporciones
Como hemos visto, el arte gótico se basaba en la experiencia, el conocimiento era posible gracias a la observación directa de la naturaleza. Para muchos autores, estos planteamientos sentaron las bases del posterior desarrollo del arte en el Renacimiento.
A partir de la segunda mitad del siglo XV, se comienza a sistematizar la investigación sobre las leyes relativas a los conceptos ya enunciados en el periodo gótico. El estudio de la perspectiva y las proporciones se aborda ahora desde la metodología científica.
Martin Kempt (2000) señala como paradigma de este hecho la obra de Giotto, en la que se pueden observar los primeros intentos de representación del espacio atendiendo a cuestiones técnicas como el uso de reglas generales sobre el uso de líneas y planos.
Hacia 1413, Filippo Brunelleschi aportó la consistencia científica descubriendo la perspectiva lineal. Se dice que el arquitecto colaboró en la creación de la Santísima Trinidad (1425-1426), de Masaccio. Esta obra se considera un emblema de los inicios de la pintura en la Edad Moderna. En esta pintura, se destaca el uso de la perspectiva lineal creando un espacio ilusionista dentro del muro de Santa Maria Novella. El fresco tiene unas dimensiones de 667 x 317 cm, proporción arquitectónica que contribuye a realzar el efecto ilusionista de la obra y contribuye a que el espectador conecte de forma psicológica con la escena representada. Las figuras casi de tamaño natural están dispuestas siguiendo la perspectiva lineal de forma exacta en relación con el espacio. Estos ensayos sientan las bases de una pintura ilusionista que irá evolucionando hasta llegar a su apogeo en el arte barroco.
Autonomía de los géneros pictóricos
En la Edad Media, la Iglesia dominaba todos los aspectos de la vida, y la ideología cristiana confería al arte una función estrictamente religiosa. Los cambios sociológicos que se producen durante el siglo XV propiciaron la aparición de nuevos géneros pictóricos. Pero veremos que, a pesar de que algunos autores han señalado esta época como un inicio de la secularización del arte, los temas, aunque no sean encargados por la Iglesia, todavía siguen siendo religiosos.
Con el ascenso de la burguesía formada por ricos comerciantes, el mecenazgo y los encargos a los artistas ya no son exclusivos de la Iglesia. Esta clase social, a pesar de ser laica, tiene una estrecha relación con los poderes eclesiásticos. Sus donaciones a la Iglesia representan su poder político y su prestigio social; además, ejercieron una definitiva influencia en el gusto estético de la época.
En este contexto surgen géneros pictóricos que progresivamente irán adquiriendo cierta autonomía hasta llegar al siglo XVII donde el paisaje, los interiores domésticos o las naturalezas muertas habrán adquirido una definitiva autonomía. Uno de estos géneros es el retrato. Con el cambio de mentalidad y la nueva conciencia del hombre como una parte de la creación de Dios, el individuo adquiere una importancia que en la Edad Media se desconocía. Esto se traduce en una nueva forma de representación de los donantes. La perspectiva jerárquica desaparece para que la figura del donante adquiera la misma medida que la figura sagrada.
A continuación con la Maestà, de Duccio di Buoninsegna (1255-1318), podemos observar un ejemplo de perspectiva jerárquica medieval. En esta representación, la Virgen María aparece mucho más grande que el resto de los personajes. Se destaca así su importancia y divinidad frente al resto de las figuras.
En este otro ejemplo, podemos ver el retrato del donante subvirtiendo la perspectiva jerárquica. Atendiendo a los códigos de lectura, podemos ver al donante, el duque de Urbino Federico de Montefeltro arrodillado junto a la Virgen, representado con un tamaño un poco superior al resto de los personajes y muy próximo en estatura a la madre de Jesucristo. Esta representación legitima su poder y lo sitúa en una posición privilegiada, ya que se encuentra en un primer plano y en una posición de devoción hacia la Virgen.
Desarrollo de nuevos medios técnicos
Hasta aquí hemos podido conocer cómo el arte recorre un camino que transita desde la representación gótica «naturalista» hasta una intensa comprensión de la naturaleza iniciada en el siglo XV. Este intento de representar la realidad más terrenal lleva implícita una reproducción lo más fidedigna posible de los detalles. Surge la necesidad de desarrollar nuevas técnicas que se adecuen a los nuevos proyectos artísticos.
Tradicionalmente, se ha otorgado a los hermanos Van Eyck la invención del óleo, pero los historiadores han demostrado que no es del todo cierto. Se tiene constancia de que este error proviene de los textos de Vasari (1550), quien otorgó a los hermanos Hubert y Jan dicho descubrimiento. Realmente, los hermanos Van Eyck consiguieron perfeccionar la técnica de manera tan eficaz y sorprendente que este hecho marcaría profundamente el devenir de la pintura europea. La novedad que aportaron los neerlandeses fue incorporar un aglutinante al pigmento formado por un aceite secante. Hasta entonces, a pesar de que ya se conocía el óleo, se seguía utilizando el temple por tardar menos en secarse. Los Van Eyck, según comenta Max Doerner (1984), incorporaron el aceite de linaza y el de nuez consiguiendo un secado mucho más rápido.
A la muerte de Hurbert, Jan van Eyck destacó por la calidad de sus obras; la técnica de veladuras proporcionaba colores más intensos y sólidos. Su técnica consistía en combinar el fondo de temple con la sucesiva aplicación de veladuras de óleo. La elasticidad y la transparencia de los colores oleosos hacía posible la creación de colores muy saturados y brillantes. Las mezclas cromáticas que se producían en la paleta del pintor rompían con el misticismo de algunos colores genuinos como el azul ultramar. Lo mismo pasó con el bermellón. Eran colores dotados de un aura mística medieval. En su lugar, las lacas rojas pasaron a ser las predilectas de los pintores flamencos (Ball, 2012). Es importante señalar que la nueva técnica de la pintura al óleo cambió la percepción de la pintura, que ya no se basaba en los pigmentos como indicadores de valor (Gage, 2001).