1.4. El Barroco
1.4.2. El siglo XVII y los nuevos principios de organización cromática
El siglo XVII significó una época de profundos cambios en la forma de entender el color en la cultura europea. Todavía a principios de siglo, se seguían en algunos ambientes intelectuales los planteamientos aristotélicos y medievales. Existían dos tipos de colores. Los colores nobles como el blanco, el rojo, el amarillo, el púrpura, el verde, el azul y el negro, de los cuales eran colores simples el blanco y el negro. También estaban los colores verdaderos de las sustancias y los colores aparentes del arcoíris y otros fenómenos naturales. En cuanto a la luz, todavía se hacía la distinción medieval entre color materia y color luz. Estas teorías fueron desmentidas progresivamente por científicos como el astrónomo y matemático alemán Johannes Kepler (1571- 1630), quien negó la distinción entre colores verdaderos y aparentes.
El físico danés C. T. Bartholin, en su texto Specimen Philosophiae Naturalis (1703), defiende que todos los colores son reales y que el negro y el blanco no podían considerarse colores al no producirse en la refracción de la luz. Del mismo modo, enunció que los colores primarios eran el rojo, el amarillo y el azul. También introdujo el matiz que, asimismo, se podían considerar irreales todos los colores, ya que estos se producían de forma única en nuestros ojos y no en la realidad exterior.
Las teorías de Alberti sobre la interacción del negro y el blanco sobre los colores también se fueron abandonando en favor de la refracción luminosa. Se fue desarrollando así una teoría del color más o menos unificada.
«Los colores primarios se convirtieron en el eje central de la organización cromática durante el siglo XVII.»
Mujer joven con sombrero rojo (1665-1667), de Johannes Vermeer, supone un claro ejemplo de la utilización de los tres primarios. Podemos observar además cómo los reflejos de luz se han construido a través de pinceladas de color blanco y amarillo. Asimismo, esta obra de Vermeer, también según la crítica, muestra el uso de la cámara oscura, como se puede comprobar en la aparición de zonas desenfocadas en las cabezas de león que forman parte de la silla donde el joven reposa su brazo.
Desde un punto de vista sociológico, el color negro se convirtió en el color de moda entre la burguesía del siglo XVII. Tal cosa llevó a retratistas como Frans Hals (1582-1666), entre otros, a desarrollar una capacidad perceptiva inusual para llegar a ser capaces de representar el máximo de tonos negros distintos. Esta moda tenía como referente los gustos de la alta aristocracia de épocas precedentes, y la burguesía ahora trataba de reproducirla en sus atuendos (Gage, 2001).
La oscuridad fue adquiriendo connotaciones positivas que se manifestarán en el terreno pictórico en la invención del tenebrismo por parte de Caravaggio (1571-1610). Caravaggio utilizó el claroscuro de forma brillante enfatizando los fuertes contrastes entre los volúmenes iluminados y sombríos. Sus escenas se representan en espacios oscuros, cerrados y carentes de paisajes. Emplea una iluminación artificial en los lienzos, que dota a las representaciones de un alto sentido dramático y expresivo, lo cual genera un gran dinamismo en las composiciones a través de violentas líneas compositivas diagonales.
Caravaggio suscitó numerosas críticas entre sus contemporáneos, pero, aun así, su tenebrismo se extendió desde Italia al resto de Europa. En España se creó una escuela tenebrista de la que formaron parte pintores tan destacados como Velázquez, Ribera o Zurbarán.