1. Definición de sector privado

1.5. Agentes protagonistas del sector privado del arte

1.5.2. Las galerías

Pese a la enorme dificultad de mantener abierta una galería y las escasas posibilidades de éxito comercial, las galerías, entes privados en su totalidad, cumplen con un servicio público presentando exposiciones de artistas locales e internacionales de manera gratuita para sus visitantes. En la mayoría de los casos, el riesgo que asume el galerista es elevado, pues apuesta por artistas jóvenes o muy poco conocidos, les proporciona ciertos medios de producción y, sobre todo, un espacio en el que exponer para dar a conocer su obra.

Dicho esto, es evidente que las galerías de arte comerciales son el nudo central para hablar del sector privado, ya que constituyen un crisol en el que se relacionan todos los demás actores. Para evidenciar la continua y estrecha relación entre los agentes del sector, sea de colaboración, encargo o compraventa, la galería es un lugar adecuado donde detener nuestra mirada para comprender el funcionamiento y las estrechas relaciones que implica este sector.

Los artistas, en su amplísima mayoría, exponen en galerías, las ferias presentan grupos de galerías que un comité selecciona o invita a participar, y los museos y fundaciones, tanto públicos como privados, así como los coleccionistas adquieren una parte importante de sus colecciones en galerías. Las obras que acaban en subastas han pasado por exposiciones y se han vendido con anterioridad en galerías.

Las galerías suelen representar a un número de artistas (normalmente entre 10 y 30) acorde con su programa expositivo y la línea curatorial que establece la dirección de la galería. Por representar se entiende que los artistas exponen en la galería, de manera individual o formando parte de exposiciones colectivas, y lo hacen de manera regular (cada dos o tres años, según acuerdos); se sobreentiende además que la galería tiene en depósito o stock una serie de obras que el artista entrega para poder vender. Un grado inferior en este tipo de relación, no tan estrecha y prolongada entre artistas y galeristas, es la de colaboración. La relación que las galerías establecen con los artistas es (o pretende ser) de larga duración y de continua colaboración.

Además de las exposiciones que organiza, la galería presenta las obras de sus artistas en las ferias en las que participa; en general, comunica, promociona y pone en valor el trabajo de sus artistas con todos los medios a su alcance. Los destinatarios de este esfuerzo de tiempo y recursos son los contactos profesionales que tiene y va recolectando, con especial énfasis en la prensa (general y especializada), los comisarios independientes y, particularmente, las instituciones y los coleccionistas.

La relación entre artista y galería es más parecida a la de una joint venture que la de agente-principal, tal y como indica Richard E. Caves (2000), y puede formalizarse de varias maneras:

  • En la actualidad, la más común es el acuerdo de consignación o depósito de obras. El artista entrega un grupo de obras para una exposición o ventas a la galería durante un cierto tiempo; si se produce la venta, artista y galería se reparten los beneficios y recuperan los gastos generados por la producción de las obras, según los términos acordados por las dos partes antes de comenzar su relación. Si las obras no se venden, artista y galerista pueden decidir mantener el depósito más tiempo para una futura venta o para presentarlas en ferias, o bien acordar su devolución al estudio del artista. Sin duda, esta es la fórmula más extensa que regula la compraventa en las galerías de arte contemporáneo. Así, el riesgo es compartido entre artista y galerista y los gastos iniciales de la galería se mantienen relativamente bajos.
  • Otra formalización posible de esta relación es la compra directa: el galerista compra al artista en el estudio un grupo de obras que luego puede vender y quedarse para sí todo el beneficio generado. Esta era la fórmula usada en el siglo XIX, sobre todo en Francia, por los marchantes pioneros, como Paul Durand-Ruel. Constituye un riesgo muy elevado, ya que el galerista debe tener una fe enorme en sus posibles futuros beneficios. Actualmente, la compra directa es típica del mercado secundario, entre coleccionista y coleccionista, o museo y coleccionista, y sobre todo entre coleccionistas y casas de subastas, que funcionan como intermediarios y se quedan una parte porcentual de la venta de un lote.
  • Otra posibilidad de formalización de la relación artista-galerista es un sueldo mensual que el galerista paga al artista a cambio de cierto número de obras y de la posibilidad de venderlas. Un caso emblemático es el de Peggy Guggenheim con Jackson Pollock y, poco más tarde, el de Leo Castelli con Jasper Johns y Robert Rauschenberg, entre otros (Freeman, 2018). Al margen de estos ejemplos, muy escasos, comúnmente la contratación de un artista por parte de un galerista se basa en encargos, como son las copias o la producción casi en cadena de muchísimas obras de escasísimo valor económico. Esta relación de trabajador por cuenta ajena se considera el eslabón más bajo del mercado de arte, donde la producción de las obras está destinada a turistas ocasionales (parecida a la venta de un souvenir) y tiene un valor de mercado –y probablemente simbólico– muy bajo.

Para alcanzar una mayor estabilidad y profesionalización del sector, es muy aconsejable que las condiciones de exposición y venta entre artista y galerista queden establecidas en un contrato legal donde aparezcan todos los derechos y deberes de ambas partes. Aunque la casuística es infinita y la creación artística depende de variables particulares, es menester amparar ambas partes con una definición clara de los términos del acuerdo para establecer una relación que, en su propia premisa, pretende ser de larga duración. A modo de ejemplo referencial, el Manual de buenas prácticas profesionales en las artes visuales, editado por la Unión de Asociaciones de Artistas Visuales en 2008, propone una guía y un análisis bastante pormenorizado sobre este tema (AVVAC, 2008).

Por otro lado, la relación de los artistas con las casas de subastas suele ser escasa, si no inexistente. Mientras que la galería procura mantener una estabilidad en la carrera del artista, la casa de subastas busca obtener la máxima cotización de las obras que puede vender.