2. El sector privado del arte en España

2.2. Agentes destacados del sector privado español

2.2.3. Los coleccionistas

En España, hay muy pocos coleccionistas y menos aún son los que dan a conocer sus colecciones públicamente. Según un estudio de la especialista Clare McAndrew:

«A pesar de haber duplicado prácticamente su tamaño en los últimos diez años, el mercado español de arte es relativamente pequeño en comparación con sus homólogos europeos e internacionales. Representa menos del 1 % a nivel mundial, cuota que además es inferior al peso de la economía española, que superó el 2 % del PIB mundial en 2011. […] Aunque España cuente con un número relativamente elevado de habitantes con rentas altas, la “cultura del coleccionismo” parece haber quedado relegada a otros mercados más desarrollados a lo largo de la última década.»

McAndrew (2012, pág. 73).

El problema principal es la falta de continuidad del coleccionismo, que necesita como mínimo de tres generaciones sucesivas para asentarse y desarrollarse en un país. Como escribe Estrella de Diego:

«Lo que todavía no acaba de despegar es el sector privado. Son pocos los coleccionistas particulares que tengan un corpus de cierta contundencia o, al menos, son escasos aquellos decididos a hacer públicas sus colecciones. Dejando a un lado conjuntos como los que en este momento están a punto de convertirse en museo, como los de la galerista Helga de Alvear o la bien conocida Colección Pilar Citoler, son pocos los casos de colecciones centradas en el arte español, aunque cada vez sean más los coleccionistas jóvenes que van apostando por sus coetáneos y en especial por los videos y las nuevas tecnologías.»

De Diego (2010, pág. 28).

Sea como fuere, hay coleccionistas que sí apuestan por el arte tanto nacional como internacional y exponen su colección a través de una activa estrategia de préstamos, publicaciones o simplemente dando a conocer su colección a través de una página web y apoyando sustancialmente la educación artística. Este es el caso del proyecto Cal Cego, que surge en 2006 de la colección privada de Roser Figueras y Josep Inglada. Según leemos en su web:

«La voluntad de trascender el ámbito doméstico, convertirse en patrimonio cultural que sea reflejo de una época y fomentar el conocimiento del arte son los motores que impulsan el proyecto Cal Cego. La misión de Cal Cego es contribuir a la creación de sentido, al conocimiento y al intercambio de ideas, desde Barcelona y en relación al resto del mundo. Cal Cego parte del compromiso personal de los coleccionistas y de una actitud de curiosidad constante y de fidelidad a la evolución de los artistas, para dar apoyo a la investigación y organizar actividades que no sólo den a conocer la colección, sino que sirvan para profundizar en el conocimiento del arte contemporáneo.»

Cal Cego (s/a).

Otro ejemplo interesante es OTR Espacio de arte en Madrid. Desde 2008, OTR se ha convertido en un espacio de encuentro entre una colección privada y las obras de otros artistas. En este, la colección privada López-Trujillo se va mostrando en exposiciones sucesivas en las que invitan a artistas locales e internacionales a dialogar con las obras de su colección en proyectos comisariados. Paralelamente organizan charlas y visionados de porfolios que animan el contexto madrileño promoviendo el debate y la crítica alrededor del arte contemporáneo.

Un caso excepcional es el Archivo Lafuente, cuyo impulsor, José María Lafuente, se dedica a coleccionar documentos históricos (revistas, invitaciones, carteles, publicaciones). Así describe su decisión de centrarse en un proyecto muy determinado como es su colección:

«No colecciono por una vocación irresistible, por una especie de pulsión. No. Colecciono porque tengo un proyecto. Porque quiero hacer una cartografía, a través de documentos históricos, de y sobre las vanguardias históricas internacionales… A eso le llamo coleccionar a través de un proyecto.»

Jiménez-Blanco (2013, págs. 134-135).

Nos hemos detenido solo en algunos ejemplos, pero, pese a todo, existen muchas más colecciones privadas significativas que brindan acceso a su acervo (y proponen por medio de una activa política de préstamos y exposiciones temáticas) diálogos con obras de otros artistas. Esta es la manera quizá más fructífera de compartir una colección, brindando modelos que animen a otros coleccionistas a construir relatos por medio de sus colecciones para que, a medio plazo, el coleccionismo privado deje de ser en España una asignatura pendiente.