3.2. La profesionalización del sector artístico
3.2.2. Honorarios de artistas, becas y concursos
¿Cómo se financia la producción artística? ¿De qué vive el artista? Es importante plantear estas preguntas en el ámbito del sector privado de las artes visuales. Sabemos que el Estado, por medio de sus administraciones, puede proveer parte del sustento de los artistas de manera directa mediante subvenciones o de la adquisición de obras para las colecciones nacionales, incrementando de esta manera el patrimonio artístico nacional. Lo mismo hacen grandes empresas (en su mayoría bancos o compañías de seguros) y fundaciones privadas (que casi siempre se desarrollan a raíz de una gran empresa, una gran fortuna o una familia poderosa).
Una tipología muy común de ayudas directas son las becas de producción, a las cuales el artista accede presentando un proyecto o cumpliendo unos determinados requisitos. También existen concursos, certámenes y convocatorias que las instituciones públicas y privadas lanzan de manera anual. Entre las más famosas e importantes para artistas encontramos las de Generaciones de La Casa Encendida, Beca de Artes Plásticas de la Fundación Botín, Fundación "la Caixa", BBVA (para videoartistas), VEGAP y otras muchas más locales y en su mayoría públicas. Para comisarios, existen las convocatorias de "la Caixa", o Inéditos de La Casa Encendida, entre otras.
Cuando el artista participa en exposiciones, sean estas en museos públicos o privados o fundaciones, debería siempre recibir un dinero en concepto de honorarios a cambio de presentar sus obras en las salas. Los artistas son los que proporcionan el contenido fundamental de las exposiciones; por lo tanto, es lógico que reciban una compensación directa en forma de pago de honorarios para exponer sus obras y así hilar el discurso curatorial (si se trata de una colectiva), o bien dar a conocer su recorrido retrospectivamente o presentar un proyecto (en el caso de exposiciones individuales).
Sin la labor de los artistas, no hay exposiciones. No es aceptable ni sostenible aplicar los conceptos de gratificación, promoción o visibilidad a cambio de exponer y justificar con estos la ausencia de honorarios. Las limitaciones presupuestarias tampoco deberían ser una excusa aceptable; al fin y al cabo, el personal de transporte, de sala, de montaje, de comunicación, de mantenimiento y de gestión que se han ocupado de presentar la obra y organizar la exposición cobran por su trabajo (lo cual se debe en parte a que sus oficios están protegidos por un convenio reconocido por el Estado). Debido a este tipo de situaciones, las asociaciones de artistas han elaborado manuales de buenas prácticas como el de la AVVAC (2008).
Caso aparte es el de las galerías y las ferias de arte. Cuando el artista expone en galerías comerciales, por norma general, no recibe ningún tipo de honorarios porque se sobreentiende que las obras que ahí se presentan están disponibles para su venta y el esfuerzo del galerista irá en esta dirección para, de este modo, hacer frente a la inversión inicial (producción de obras y espacio expositivo). En caso de venta, los beneficios se comparten entre el artista y la galería. Por norma general, el artista recibe el 50 % del importe una vez restado el coste de producción. La producción de una obra puede ser anticipada por el artista, o financiada por una institución (en el marco de un proyecto expositivo) o por la galería (para que se exponga y se venda). Existen modelos de contratos entre artistas y galerías, como los publicados por la PAAC (s/a).
La manera de financiarse del artista es compleja; puede consistir en muchas pequeñas entradas variables o concentrarse en una sola fuente de ingresos. Puede depender completamente del mercado, es decir, de las obras que vende a través de su galería, o bien puede compaginar los honorarios que recibe por sus exposiciones en museos y fundaciones con otras fuentes de ingresos. Comúnmente, el artista complementa los ingresos de las ventas y de los honorarios con otras actividades (o empleos a tiempo parcial). Estas actividades que realiza, y a cambio de las cuales recibe unos honorarios, pueden ser:
- Talleres que imparte puntualmente
- Docencia en universidades o escuelas de arte
- Otros proyectos relacionados con la educación y la mediación, comisariado, conferencias, etc.
También puede recibir ingresos gracias a los derechos de autor por la reproducción de sus obras (suelen ser muy escasos) o por la proyección de sus vídeos (equiparable a los honorarios que recibe para presentar una obra física como parte de una exposición).
Encontramos una reflexión muy interesante sobre la peculiar forma de sustento del artista en la obra de Francesc Abad Nòmines. El meu espai productiu/econòmic, 1973-2009, actualmente conservada en el MACBA. Como se indica en la ficha de la página web del mismo museo:
«Se trata de las nóminas recibidas por el artista durante cuarenta años. En un momento en que el trabajo es frágil, escaso, inseguro y con menores retribuciones, la representación de una vida laboral completa adquiere un aire de monumento. La obra también nos invita a reflexionar sobre la retribución del artista en el marco de la economía capitalista y liberal, sobre todo en relación con la idea de autonomía creativa. Nòmines. El meu espai productiu/econòmic condensa una reflexión en torno al sentido del término “asalariado” en el ámbito de la creación.»