5.6. Per anar llegint
«El avance de una ballena o de un delfín a través del agua puede explicarse como la reacción a una onda causada al correr de la cabeza a la cola, moviéndose la criatura a través de un agua un poco más lenta que el avance de la onda. Yendo más lejos, es igualmente cierto para un pez; pero la onda en el pez tiende a estar en un plano, ayudando a mantenerle las aletas dorsal y ventral; mientras que en el delfín puede decirse que está “polarizada circularmente”, o que se reduce a dos oscilaciones en planos normales entre sí, y está producida por la cola y su extremo golpeando a su alrededor en órbitas circulares que cambian de fase de una sección transversal a otra. Exactamente como en el caso de una hélice de barco, o como un torpedo (que está especialmente corregido y compensado), este modo de actuar implica cierto derroche de energía: procede del desarrollo de un “momento dañino” que tiende a rotar el cuerpo alrededor de su eje y torsiona el animal durante su rumbo. Una ligera curvatura levógira en la cola del delfín está encaminada a corregir un poco esta tendencia.»
«El histórico año 1837, en cuyo transcurso el telégrafo permite la simultaneidad de la hasta entonces aislada experiencia humana, muy pocas veces se halla registrado en los textos escolares, que desgraciadamente, consideran más importante la narración de guerras y victorias de generales y naciones aisladas que los triunfos verdaderos, por ser colectivos, de la humanidad. Y, sin embargo, no hay en la historia moderna una fecha de mayor trascendencia psicológica que esa renovación del valor del tiempo. El mundo ha cambiado desde que resulta posible saber simultáneamente en París lo que acontece en Amberes, Moscú, Nápoles y Lisboa en el mismo minuto. Solo falta dar un último paso para incluir también a los demás continentes en aquella magnífica comunidad y para crear una conciencia colectiva de la humanidad entera.»
«Cuando se analiza el impacto que la visión de Newton sobre la luz como una corriente de corpúsculos tuvo en la Ilustración, otros críticos de arte han aplicado este estudio al Romanticismo, estableciendo un paralelismo con las demostraciones de Young y Fresnel sobre la naturaleza ondular de la luz, o al Modernismo, con el estudio de Chevreul sobre la composición y la percepción cromática. Hoy, la física cuántica se encuentra cómoda con la comprensión flexible del fenómeno de la luz, interpretando su comportamiento a la vez como ondas y como partículas, y aplicando el principio de incertidumbre de Heisenberg, que establece que los instrumentos o los métodos experimentales utilizados para la observación son cómplices de lo que se observa. Este reconocimiento del papel activo del observador, que Duchamp reflejó en su máxima “le regard fait le tableau” (“la mirada crea el cuadro”), ha sido la base del arte expresamente interactivo, sea o no electrónico.»